Autoscopia como método de intervención educativa

Moisés Darias Esteban
23.05.2018

La autoscopia se puede considerar como un proceso de “mirarse al espejo”, con garantías no solo tecnológicas sino también, de registro y análisis del formador.

Es asimismo un instrumento privilegiado para el aprendizaje ya que con su uso, controlado y programado, se da la oportunidad a los formadores de explorar sus propias conductas, sacar conclusiones y reelaborarlas de acuerdo con sus objetivos previos de trabajo o sus ideas sobre sí mismos.

En el fondo de todas estas modalidades se encuentra el concepto de confrontación (Geoffrey, Y.; 1980). Es el enfrentamiento del sujeto con su propia imagen, con su propia actuación. Se va a plantear entonces el análisis y la autocrítica al nivel de profundidad que quiera, pueda o desee, según unos determinados objetivos que se debieron plantear en el diseño previo.

Este análisis es necesariamente muy complejo: se trata de sí mismo, pero no sólo en su imagen física, su cuerpo, sino en el dinamismo de esa imagen -su mirada, sus movimientos, sus comportamientos no verbales, su voz, su palabra como la expresión privilegiada de sus pensamientos, deseos, conceptualizaciones y por último, en la percepción global de todo el conjunto, lo cual le ofrecerá una perspectiva unitaria y bastante completa de su persona.

Todo ello constituye una importante conmoción como aseguran los que pasan por la experiencia por primera vez y una magnífica posibilidad como afirman los que han realizado experimentos o procesos de formación.

Aspectos a mejorar y reforzar en la estructura de la sesión formativa:

1.- Presentación:

• Agradecimiento por la asistencia a los alumnos y al centro de formación.
• Presentación del formador y de cada uno de los alumnos.

2.- Introducción y objetivos de la sesión:

• Crear grupos de trabajo desde el inicio y observar su ubicación libre en el aula.
• Enunciar de forma breve los contenidos y sus objetivos.
• Anotar en la pizarra los puntos que se van a tratar.

3.- Inicio y desarrollo de la sesión:

• Mantener el guión previamente diseñado durante la sesión.
• Desarrollar los contenidos de forma progresiva, apoyado con materiales y recursos.
• Interactuar con el grupo, planteando si hay dudas o aclaraciones.
• Incidir en términos o definiciones importantes que faciliten el aprendizaje.
• Si procede, hacer algún comentario, broma o anécdota para atraer o recuperar la atención y la confianza en el grupo e inmediatamente conseguido el efecto, conectar nuevamente con los contenidos.
• Mantener, el mayor tiempo posible, la comunicación visual con todo el grupo.
• Hacer referencia al contenido del dossier como apoyo a la sesión y observar que alumnos visualizan el material.
• Hacer referencia a situaciones de la vida diaria laboral o particular, asociado a conceptos o términos a exponer.
• Mantener un tono de voz que refleje decisión, pasión y seguridad en el grupo.
• Mantener una conducta postural adecuada y no dar la espalda, en lo posible, al grupo.
• Caminar erguido y con paso decidido y firme en tempo andante.
• Gesticular con las manos cuando pretendemos de forma espacial ubicar componentes del tema a tratar, sin excesos.
• Mirar al alumno cuando se comunica con el formador y asentir con la cabeza para dar seguridad en su exposición, sin interrumpir.
• Hacer mención a la trayectoria profesional o experiencias propias del formador para sustentar la exposición.

4.- Conclusiones y objetivo final:

• Resumir los principales conceptos expuestos y los objetivos que debemos trabajar.
• Finalizar de forma distendida al igual que al comienzo de la sesión. Las sensaciones positivas al inicio y al cierre producen efecto motivacional.
• Agradecer la asistencia y el trabajo realizado por todos, formador y alumnos.
• Hacer mención a la siguiente sesión formativa con entusiasmo.